26 julio, 2009

Segunda Cita, proximo CD de Silvio

por Silvio

Las canciones


- Desde Cita con ángeles, compuesto entre el 11 de septiembre de 2001 y la agresión a Irak de marzo de 2003, me esperaban las cuitas de los ángeles de mi tierra. Cuba, como Prometeo, desafió los designios olímpicos al entregar el fuego a los mortales. Aquella luz reveladora también nos otorgó la responsabilidad de convertirnos en nuestros propios serafines. Por eso Segunda cita es la historia del ser piadoso que algunos llevamos dentro. Y por ser, como somos, portentos pretendidos, nuestros atributos pueden resultar más entusiastas que eficaces. Ni más ni menos que como los ángeles presuntamente verdaderos de la primera cita.


- La primera canción que le escuché a Violeta Parra fue La carta, que le dirigía a su hermano Roberto, injustamente preso. Desde entonces reconocí en ella un magisterio al que he tratado de rendir tributo de tres formas: queriendo a su arte, a sus hijos y a su país. Lo único que lamento es que en esta primera carta haya tenido que contarle algunas cosas tristes. Para la próxima le contaré mejores.


- En 2008 los cambios climáticos castigaron el Caribe. En Cuba tuvimos ocho muertes, más de 100 mil viviendas destruidas, cosechas arrasadas, miles de millones en pérdidas. Después de tres ciclones seguidos, choqueados por el desastre, sobre La Habana parecían flotar malos presagios. Huracán fue la música que me trajo aquella tarde oscura en el saxofón de Charles Lloyd. Se lo conté a Roberto Carcassés, quien llevó al estudio al estremecedor José Carlos Acosta.


- Sea señora me salió como un exabrupto. Es un voto por la evolución política de Cuba, para lo que invoco a dos pilares de nuestra historia: Antonio Maceo y José Martí.


- Hace veinte años tomé un avión hacia México en el que sólo iba otro pasajero: Gabriel García Márquez. Volábamos por un cielo de pocos amigos y nos fuimos dando ánimos el uno al otro. El me contó que a veces se le ocurrían pequeños argumentos que después no sabía dónde meterlos, y que a lo mejor eran canciones. Había uno sobre una novia abandonada que cargaba con sus regalos de bodas. San Petersburgo tiene algo de aquella historia inédita que tuve el privilegio de escucharle al gran escritor colombiano, y es también un tributo a la ciudad que habita el fantasma de Pushkin.


- Hay canciones que piden y canciones que ofrecen. Toma quisiera ser de las que dan.


- "Nada hay más importante que un niño", dijo el apóstol de Cuba. El gigante es una versión de esa certeza.


- Aunque parece una plegaria a cualquier pasado glorioso, Bendita (o Yo fui una vez) fue compuesta para el documental "Mujeres de la guerrilla", que narra el azaroso devenir de algunas de las mujeres que participaron de la lucha revolucionaria de la Sierra Maestra. Su autora es la ex-guerrillera Consuelo Elba.


- A César Portillo de la Luz lo conocí hace cuatro décadas. Lo perseguí por todos los bares nocturnos en que cantó. En esa saga lo vi construir canciones con los interludios que improvisaba entre tema y tema. Fue parte de mi ritual de iniciación y me alumbró con secretos del oficio de trovador con poca voz. Me impactó mucho saber que la inmortal Contigo en la distancia la había compuesto el mismo año en que yo había nacido. Odilio Urfé, pianista, musicólogo y persona inolvidable, llamaba a Portillo "el filósofo del bolero". Demasiado se la dedico con mucha deuda y admiración.


- Los que rigen la información mediática diseñan paisajes ideológicos. Suelen decir que la "guerra fría" quedó atrás, pero siguen usando sus mitos discriminatorios. Tonada del albedrío empezó hacérseme necesaria ante las tergiversaciones sobre el significado del sacrificio de Ernesto Guevara. Pero también tenía pendiente subrayar la idea, expresada en "El hombre y el socialismo en Cuba", de que el socialismo no pretende intelectuales asalariados al pensamiento oficial.


- En los años en que yo nací, las calles de San Antonio de los Baños llevaban nombres de patriotas. Nunca he sabido por qué alrededor de 1970 los sustituyeron por números arábigos. Por entonces, y refiriéndome a mi habanero barrio de crianza de San Leopoldo, escribí un verso que decía: "la ciudad se derrumba y yo cantando". Pero aún era la infancia de la ruina que ha llegado a ser Centrohabana. El coro de esta canción alude un tiempo en que lo primigenio no era cristal sino lo que respiraba y corría. Era la primavera de lo prístino. Lo que hoy nos resulta originario entonces tuvo que luchar para existir. Lo que se salvó del olvido llegó a ser deidad primaria. Después sus hijos bordaron una bandera. Bajo ese emblema todavía marcha lo reconocible del pasado, como una suerte de pelotón fantasma que engorda con lo que logra sobrevivir de cada tiempo. Algunos autores afortunados se van sumando a esa columna espectral que algunos llaman tradición. La tasa de ingreso a la memoria es convertirse en Trovador Antiguo.


- En el cementerio protestante de Roma hay una lápida que dice: "Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua". Es el epitafio que se hizo a sí mismo John Keats, poeta romántico inglés. Su transparente conclusión dio origen a Dibujo en el agua.


Silvio Rodríguez Domínguez
La Habana, junio de 2009

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