14 julio, 2007

Tuvo la palabra el diputado Silvio

HÉCTOR ARTURO



Silvio Rodríguez, el trovador del pueblo que lo vio nacer y crecer,

y que sabe que sus canciones y palabras siempre van a estar al servicio de la Justicia


No sé cuántos artistas en el mundo son diputados de sus parlamentos, ni cuántos de ellos, en caso de serlo, toman la palabra en una sesión para proponer leyes, medidas, acuerdos, soluciones o temas que deben ser resueltos por la sociedad.


Ignoro cómo fueron elegidas esas personas de las artes, si es que existe alguno en algún Parlamento del mundo.


Pero sí sé que en Cuba tenemos a varias personalidades de las artes, que ocupan escaños como diputados en la Asamblea Nacional del Poder Popular, y entre ellos me voy a referir al Fundador de la Nueva Trova, Silvio Rodríguez Domínguez.


Silvio, como lo llamamos en todo el planeta todos los que lo queremos, es diputado por el municipio habanero de San Antonio de los Baños, su terruño, al cual llegó "por donde hay un río", el día de su nacimiento, el 29 de noviembre de 1946.


Allí nadie vio jamás un pasquín con el rostro de Silvio, ni nadie lo escuchó hacer campañas politiqueras a su favor, prometiendo "casas, caminos y escuelas", ni ofreciendo ingresos en los hospitales a cambio de un voto, ni pagando un solo centavo a los desempleados que no existen, ni haciendo compromisos de nombramientos públicos para que votaran por él.


Nada de eso.


La Comisión Electoral, facultada para confeccionar las listas de candidatos a Diputados, tras analizar la trayectoria de miles de ciudadanos comunes y corrientes, decidió inscribir el nombre de Silvio en las boletas y el artista, genuino representante de su pueblo, fue elegido por abrumadora mayoría en su municipio natal, junto a otros propuestos en esa y las demás localidades del país, que integran la Asamblea Nacional del Poder Popular.


Ya en más de una ocasión Silvio ha tomado la palabra en las magnas citas parlamentarias, como hizo el pasado 29 de junio, durante los debates del Noveno Período Ordinario de Sesiones correspondiente a la Sexta Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular.


Se debatía el Informa de la Fiscalía y el Tribunal Supremo Popular y Silvio propuso que los artistas fueran presentados en las prisiones, "convencido de la necesidad de la cultura para rehabilitar a los reclusos".


Para ello, dijo, se debe instrumentar un acuerdo entre los ministerios de Cultura, de Justicia y la Dirección de Establecimientos Penitenciarios, que organicen estas visitas periódicas de artistas a las cárceles.


Otra diputada, Irma Sehwerert, madre de René González, uno de los Cinco Héroes Cubanos Prisioneros del Imperio, quizás porque conoce por su hijo lo que significa estar encarcelado, amplió la propuesta de Silvio y la hizo extensiva también a figuras del deporte.


Al referirse a la importancia ética de estas visitas, ejemplificó cuando ella acudió a un penal, acompañada por el artista de la plástica Alexis Leyva Machado "Kcho", quien tuvo una magnífica acogida por parte de los reclusos de aquel centro.


La propuesta de Silvio, enriquecida con el criterio de Irma, fue aprobada por unanimidad y ahora solo queda esperar por la primera ocasión de que un grupo de músicos, poetas, escritores, bailarines, pintores y cineastas acudan a los establecimientos penitenciarios, para llevar su arte a los reclusos, y demostrarles a esos hombres y mujeres que cumplen sus sentencias que ellos no están solos ni abandonados a su suerte, como ocurre en casi todas las naciones del orbe, donde las cárceles son almacenes de presos.


En esos sitios, lejos de rehabilitar y reincorporar plenamente a la sociedad a quien ha cometido un delito, los convierten en más delincuentes. Muchas veces ingresan por un simple hurto para mitigar el hambre, y mueren allí o se convierten en asesinos, porque la realidad les impone matar para vivir, que llega a convertirse a la larga en vivir para matar.


Cuba, mediante sus leyes penales vigentes, se preocupa no solo por enfrentar y combatir todas las manifestaciones delictivas, sino por la reeducación total de quienes delinquen, e incluso hay funcionarios legales designados para dar atención a los que hayan cumplido sus sanciones, que deben ser incorporados a puestos de trabajo acordes a su calificación, muchas veces alcanzada en las mismas prisiones, donde los reclusos pueden estudiar y superarse.


Estoy seguro que en la avanzada del primer grupo de artistas y deportistas va a estar el diputado Silvio, en esa ocasión sí con la guitarra en mano, no como diputado al Parlamento, sino como lo que es y será siempre: el trovador del pueblo que lo vio nacer y crecer, y que sabe que sus canciones y palabras siempre van a estar al servicio de la Justicia, esa justicia que tanta falta hace en este mundo, que puede y va a ser mucho mejor.


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Fuente: http://www.cubahora.co.cu/

14/07/07

Apostar por el hombre

Por Miguel Terry Valdespino


[13.07.2007]- Actualización 12:10 pm de Cuba En un célebre filme brasileño titulado Memorias de la cárcel, basado en la experiencia carcelaria del escritor revolucionario Graciliano Ramos, un gendarme desalmado que recibe a los reclusos les tira en plena cara esta frase inolvidable: "Ustedes no están aquí para enmendarse; ustedes están aquí para morirse". Y de verdad se morían aquellos prisioneros.


En fecha reciente he recordado esta frase después que el cantautor del Ariguanabo, Silvio Rodríguez, durante la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, defendiera la posibilidad de llevar canciones, poesía, música, teatro...,a quienes, por una razón u otra, se encuentran cumpliendo alguna sanción penitenciaria en Cuba.


Alivia y reconforta saber que, mientras los reclusos de medio mundo son desechados como basura, en un país como este se lleve a cabo todo un plan de rescate para devolver al seno de la sociedad a aquellos hombres y mujeres que un día cometieron un delito y debieron responder ante la justicia.


Si bien la voz de Silvio expresó un deseo perfectamente humano, lo cierto es que ya sabía de otras figuras y otros nombres que, en el centro penitenciario de Guanajay, lograron resultados extraordinarios con los reclusos en cuanto a la formación de hábitos de lectura y escritura.
Nunca olvidaré que, en compañía de varios talleristas y especialistas de la dirección de cultura en el municipio, asistimos a un Taller Literario Municipal en este centro, donde nos fue posible degustar la obra poética de varios de ellos, confinados allí por causas reprobables; pero nunca abandonados a su suerte como aquellos personajes que deambulaban y sobrevivían junto a Graciliano Ramos en las cárceles de Getulio Vargas.




Si la intervención de Silvio no pasó por alto, tampoco pasó descolorida la de la joven que, a través del conocido Alexis Leyva Machado (Kcho), logró crear verdadera pasión por la pintura en un novicio recluso, salvado para siempre gracias al arte.


Es verdad que siempre apostamos por un hombre sano, que no delinque o golpee a sus semejantes. Pero también es cierto que muchos hombres necesitan una segunda oportunidad para volver a tomar un rumbo cierto. En ese sentido va la opinión de Silvio y de otros que, en Guanajay y en muchos sitios de la ínsula, trabajan por sacar a flote la semilla fértil que duerme en lo profundo del alma humana.


Recuerdo haber conversado con reclusos que se adentraban en los caminos de Paradiso y Cien años de soledad, recuerdo cómo intentaban descifrar los misterios del criollo y el colombiano, recuerdo cuánto disfrutaban el haber descubierto semejantes tesoros...
Silvio, una vez más, habló con el corazón. Y una vez más apostó por el hombre.