03 mayo, 2007

Un encuentro con la poesía

LILLIAM OVIEDO


¿Cuántas personas disfrutaron del concierto del cantautor cubano Silvio Rodríguez el pasado lunes? Hay quienes estiman que más de 20 mil, pero basta decir que la cifra sobrepasó en más del doble el estimado previo de la Secretaría de Estado de Cultura. Si hubo espacios vacíos en los lugares más lejanos al escenario fue porque la parte del público que la autoridad intentó colocar en ese espacio rompió las barreras y se acercó al escenario lanzando la consigna "todos somos VIP".

En los reportes de los medios electrónicos son destacadas las voces y los gestos de personas que hace tiempo soltaron las banderas de la lucha por la igualdad, o "desempuñaron el futuro", que es lo mismo. No sólo para confeccionar boletas y reservar puestos existe la categoría Very Important Person, VIP.

Los jóvenes que rompieron las barreras para ver de cerca al artista, cientos, miles de jóvenes, no actuaron como les fue indicado. Insistieron en dar una lección a las autoridades y quizás a muchas de las personas que, por razones diversas, obtuvimos el puesto VIP. Nos llamaron a pensar en plural, a leer VIP como Very Important People. ¿Y qué mejor oportunidad para esta lección que el escenario de un encuentro con la poesía, de una cita con el arte comprometido? Si no es un llamado a mantener la pureza del idioma, lo es a pensar en colectivo, a no clasificar a la gente, que es más importante. De esencia hablamos.

El detalle es, pues, más destacable que el remordimiento pasajero, la nostalgia o el sacudimiento que produjeron la palabra y la música en personalidades que optaron por una interpretación individual a la realidad, al dolor de una Era que "está pariendo un corazón".

Arreglos nuevos, instrumentos musicales que acompañan la guitarra que el cantautor lleva siempre en las manos y en el sentimiento; esa voz que sigue joven, la imagen del artista que el paso de los años ha hecho cambiar destacando en mayor medida la autenticidad que ya era evidente; la presencia, virtual en la escena y real en la inspiración, de figuras como el Che Guevara, Abel Santamaría, Maurice Bishop, Patricio Lumumba y Tania la Guerrillera... Todos estos elementos despertaron la nostalgia y convocaron lo nuevo. Es la convergencia que define la popularidad de un artista y la aceptación de su obra. Es la combinación en que se fundamenta la trascendencia.

Silvio Rodríguez volvió a expresar la firmeza en tropos como los que componen "Mi Unicornio Azul" y en música combinada con frases llanas como "Yo me muero como viví", y reiteró el compromiso de construir el futuro y de rechazar toda apuesta al olvido: "Te doy una canción como un disparo, como un libro, una palabra, una guerrilla, como doy el amor..."

Cuando miles de personas acuden a un encuentro con la poesía, a una cita con la belleza y con el arte comprometido, hay que pronunciar la palabra esperanza.