29 noviembre, 2009

Silvio, la Osa Mayor, la cábala egipcia y este domingo entero

29 Noviembre 2009
fuente: http://www.cubadebate.cu


Hoy domingo veintinueve del mes once, a las predicciones amparadas por la cábala egipcia deberá sumarse una clarinada de alegrías grandes, menos grandes, pequeñas y diminutas, porque el cantor de los ángeles, las constelaciones, los unicornios y los héroes, amaneció de cumpleaños.

Este espacio -Palabras- estaba planteándose, entre otras muchas, la tarea de sacar a relucir, con cierta frecuencia, los valores de una canción y su autor. Todo ha coincidido a favor de que iniciemos dicha práctica en la fecha natal de Silvio Rodríguez y a partir de una de sus canciones más especiales: En estos días.


Más allá de apreciar su texto y de escucharla aquí en la forma original elegida por su autor, según aparece en el disco Mujeres, grabado en 1978 y remasterizado en los Estudios Ojalá con vista a su digitalización, En estos días puede encontrarse, por supuesto, en las páginas del Cancionero recién publicado, que los lectores hallarán en librerías del país. A reservas de que algún domingo de estos nos detengamos a comentar tan precioso libro concebido, cuidado e ilustrado por el propio Silvio, vale la pena resaltar, ahora, un detalle que es de agradecer, y es ese acceso que el libro ofrece, mediante la fuente más confiable, al conocimiento de datos como la fecha de composición de la pieza -en este caso 1977-y al disfrute -tal como lo ha dispuesto el autor, frase por frase, palabra por palabra- de su texto deslumbrant






En estos días
todo el viento del mundo sopla en tu dirección.
La Osa Mayor corrige la punta de su cola
y te corona
con la estrella que guía,
la mía.

Los mares se han torcido
con no poco dolor hacia tus costas.
La lluvia dibuja en tu cabeza
la sed de millones de árboles.
Las flores te maldicen sonriendo,
celosas.

En estos días
no sale el sol,
sino tu rostro.
Y en el silencio
sordo del tiempo
gritan mis ojos.

Ay de estos días terribles,
ay de lo indescriptible.

En estos días
no hay absolución posible para el hombre,

para el feroz, la fiera
que ruge y canta ciega:
ese animal remoto
que devora y devora
primaveras.

En estos días
no sale el sol,
sino tu rostro.
Y en el silencio
sordo del tiempo
gritan mis ojos.

Ay de estos días terribles,
ay del nombre que lleven.
Ay de cuanto se marche,
ay de cuanto se quede.

Ay de todas las cosas
que hinchan este segundo.
Ay de estos días terribles,
asesinos del mundo.


Las canciones no se explican: se cantan, se tararean. Suele ocurrir que, de tanto escucharlas en una versión que nos satisface a plenitud, ellas nos vienen luego a la memoria una y otra vez sin pedir permiso. Una canción, como cualquier obra de arte donde interviene la música, pide a gritos -por encima de todo- que se le escuche con atención. Con frecuencia, nos tropezamos con canciones estructuradas a partir del uso y abuso de elementos repetitivos. Muchos las prefieren así, que es como “se pegan” al oído con mayor facilidad. Yo también las disfruto, pero confieso que me hace más feliz dejarme seducir por una canción como ésta de Silvio que les estoy invitando a compartir hoy domingo.

Con esa pinta de sabio que le acompaña desde que diera sus primeros pasos en la composición, Silvio sabe arreglárselas para ir situando en la armazón melódica de una canción como ésta, algunos puntos de referencia muy precisos que nos conducen a apreciarla como un paradigma de eso que llaman ritmo interno.

Cada vez que la escucho, me vienen a la mente esas estrellitas que están colocadas en las puntas del “carrito de la Osa” como velando para que no se zafe la figura, y es que no he visto manera más desprendida de sacarse una canción de entre los escondites que ellas suelen agenciarse antes de dejarse descubrir, que ésta enarbolada por Silvio cuando desglosa acordes de guitarra y los hace progresar, en algunos pasajes, a la par de la palabra; luego, al unísono con la voz; más tarde, cerrando en seco para dejarnos pensando y preguntándonos qué fue lo que, en realidad, quiso decir. Verdadero alarde del buen hacer, resulta ese contraste entre lo irregular de las frases cantadas y el diseño sostenido, estable, que van delineando los dedos sobre la guitarra. Una frase no se parece a la otra; no sabemos si estamos delante de un teorema o de un acertijo; dos o tres enigmas quedan colgando como banderolas que nos invitan a que siempre tengamos algo que preguntarnos. Vale mucho la pena abrazarnos a esta canción sin precedentes, hoy que “todo el viento del mundo” sopla en dirección al autor de sus días. Feliz cumpleaños, Silvio querido.



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